La demanda ha jugado un papel clave en la adecuación de este modelo.
De acuerdo con el presidente de la Asociación Mexicana de Franquicias (AMF), Mario Antonio Briseño, la adaptación de las franquicias en México “se debe a una profunda entereza, unidad y compañerismo.”
La historia de la adaptación de las franquicias en México comienza en 1980 con marcas extranjeras del sector alimenticio como Wendys, McDonalds y KFC. Sin embargo, aunque estas empresas operaban en el país, no estaban dentro del marco legal.
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El primer paso para que se diera su adaptación en el país inició en 1989 con la creación de la Asociación Mexicana de Franquicias (AMF). Este organismo privado se fundó con el objetivo de promover y difundir el desarrollo y conocimiento del sistema de franquicias.
Fue en 1991 cuando podemos decir que se consolidó la adaptación de franquicias en México, gracias al Tratado de Libre Comercio; sumado con la reforma a la Ley de Propiedad Industrial, el escenario nacional permitió detallar la figura e incorporarlo al marco legal y económico del país. Otro factor fue que las empresas mexicanas empezaron a operar como Helados Bing, Dormimundo, Steren y Ópticas Devlyn.
Para lograr la adaptación, se establecieron contratos mercantiles y acuerdos adaptados a las necesidades y los participantes, para ofrecer una mayor certeza de inversión. Así, podemos sostener que la relevancia del proceso radica en el desarrollo de estrategias para la permanencia y crecimiento de las marcas franquiciadas.
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Las franquicias en México representan un modelo de negocio asequible para todos, pero específicamente para tres tipos de inversionistas: personas que perdieron su empleo, jubiladas y que han sido heredadas.
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