Actualmente, el gobierno propone modificar la moneda de 10 pesos, así como la de 20 pesos. En el caso de la pieza de 10 pesos, la propuesta no habla explícitamente de una “desaparición”, sino de un cambio en su material de fabricación: sustituir su centro metálico actual por uno de acero recubierto de níquel.
La justificación principal radica en el aumento del costo de los metales empleados: el cobre, base de la aleación actual, ha subido hasta un 82 % en los últimos cinco años, lo que encarece la producción de cada moneda.
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¿Por qué se propone cambiar o retirar la moneda de 10 pesos?
El impulso de la reforma recoge varias razones:
- Reducir costos de acuñación. Al usar acero y níquel, materiales más económicos que el cobre, la fabricación de monedas se abarata. Esto beneficia al Estado, ya que genera grandes cantidades de moneda.
- Modernizar la producción. Con la nueva aleación, podrían incorporarse tecnologías más avanzadas, materiales más duraderos y procesos más eficientes sin alterar el valor de la moneda.
- Evitar la acumulación de piezas “inactivas” o de colección. Algo que ya ocurre con otras denominaciones: cuando las monedas se convierten en objeto de colección, dejan de circular activamente y pierden su función principal.
¿Qué efectos tendría si desapareciera la moneda de 10 pesos?
Si la moneda de 10 pesos deja de usarse en el día a día, las implicaciones podrían ser variadas. En transacciones menores, como compras pequeñas, transporte público, mercados y tiendas de barrio, podría resultar complicado dar “el vuelto exacto”. Tal vez se dependa más de monedas de 5 pesos, de billetes o de pagos digitales.
Para quienes guardan “morralla”, podría implicar una pérdida de valor si no hay un buen mecanismo de canje. En el caso de reformas similares (como las monedas de 1, 2 y 5 pesos que recientemente cambiaron su aleación para abaratar costos) se decidió que siguieran vigentes, aunque con un uso más limitado.
¿Qué pasará si se aprueba la reforma?
De acuerdo con lo planteado, la reforma no alteraría la apariencia, tamaño ni diseño de la moneda de 10 pesos: seguiría siendo reconocible al tacto y a la vista, pero su interior cambiaría.
El proceso legislativo ya inició: las iniciativas fueron enviadas a la Cámara de Diputados, a la Comisión de Hacienda. Si la reforma avanza, el organismo encargado, el Banco de México, será el que determine los tiempos de acuñación, circulación y el retiro de las monedas actuales.
Durante el período de transición, podrían coexistir monedas viejas y nuevas; después, las antiguas podrían dejar de circular o convertirse en piezas “no prioritarias” en transacciones cotidianas.