El país se ha sumergido en una crisis humanitaria; alrededor de 30% de la población ha sido desplazada.
La pandemia por COVID-19 vino a cambiar de sorpresa todos los aspectos de la vida; sin embargo, para Nassim Nicohlas Taleb no es un hecho absoluto que esta pueda ser vista como un cisne negro. Considera que sí se puede vista así, pero no para todos, pues muchos sectores salieron beneficiados, tras el evento.
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Dentro de la economía un cisne negro conlleva un evento inesperado con impacto negativo, que puede darse de forma local o global. Así, la invasión de Rusia en Ucrania, iniciada el pasado 24 de febrero, sí puede considerarse un cisne negro en la economía, pues ha generado consecuencias negativas evidentes como:
- incremento de la inflación
- alteración en la cadena de suministros básicos
- caída de la bolsa
En particular, la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la dependencia energética europea de Rusia. Si bien las políticas nacidas a raíz del conflicto se dirigen a contrarrestar el poder y buscar diversificación de fuentes de suministro, el panorama actual en Europa es alarmante.
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En el plano local, el país se ha sumergido en una crisis humanitaria, donde alrededor de 30% de la población del país ha sido desplazada. Sumado a ello, en toda Europa, el precio de la energía y la canasta básica crece cada día. De hecho, solo en los alimentos, se estima que el incremento de los precios podría ser de hasta 45% este año.