Los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG) hace referencia corrientes de conversión sexual que no tienen validación terapéutica eficaz.
Estos esfuerzos, también son llamados “terapias” de conversión; sin embargo, no tienen sustento fidedigno que demuestre su eficacia. Son prácticas que contemplan sesiones psicológicas, psiquiátricas o religiosas que pretende cambiar la orientación sexual de una persona no heterosexual. Por ello, estos métodos atentan contra las personas de la diversidad sexual.
Así, los ECOSIG como “terapia” de conversión sexual violentan los derechos humanos básicos de libertad de expresión al no permitirles manifestar sus ideas y de libertad sexual. Recordemos que desde 1973, la American Psyquiatric Association (APA) dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad.
Partiendo de estos puntos, los ECOSIG en sí mismos son una agresión a la individualidad de los integrante d ella comunidad LGBTQ+; existen reportes y documentales en los que se prestan para justificar violencia física, psicológica y sexual.
De acuerdo con el documento “Nada que curar”, expedido en 2020 por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, de las 206 personas no heterosexuales entrevistadas, la mayoría que acudió a un ECOSIG lo hizo por venir de un entorno altamente religioso o con homofobia interiorizada.
Pese a que los ECOSIG suponen un daño a la libertad y diversidad sexual, subsisten por la falta de información, el fanatismo religioso y los discursos de odio.
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