Viene la Navidad y con ella una avalancha de reuniones, festejos y regalos. Ya sea que celebres en compañía de tu familia, de tus amistades, de tus compañeros de trabajo (o de todas las anteriores), una cosa no puede faltar: el intercambio. No hace falta que regalemos objetos muy valiosos o de costos elevados. Basta con regalar un obsequio de corazón para que las fiestas navideñas estén completas. Los intercambios de Navidad tienen un origen poco conocido. Aquí te contamos todo sobre su peculiar historia.
En la actualidad, la tradición de intercambiar regalos en diciembre se remite a los Reyes Magos. Estos personajes, según el Nuevo Testamento, viajaron desde sus lugares de origen hacia Belén para conocer al recién nacido Jesús de Nazareth. Este simbolismo alude a los festejos por el nacimiento del Mesías; sin embargo, los intercambios de regalos ya se llevaban a cabo desde antes del nacimiento de Cristo.
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Varios siglos antes de los Reyes Magos, los romanos ya llevaban a cabo un ritual que culminaba con un gran intercambio de regalos muy especiales. Éste formaba parte de la fiesta de las Saturnales, celebradas año con año en honor del dios Saturno, entre el 17 y el 24 de diciembre. Las Saturnales funcionaban como antesala de la más grande fiesta del sol, ocurrida el 25 de diciembre. Durante ellas, en todo el Imperio Romano se organizaban banquetes y reuniones, y se acompañaban de otra celebración conocida como las Sigilarias. Las Sigilarias ocurrían el 23 de diciembre, y en ella la tradición era regalar juguetes, objetos bellos o pequeñas figuras rituales de barro, oro o plata.
La tradición romano-cristiana se terminó de perfilar en el siglo IV de nuestra era, con la llegada de un popular santo que hasta hoy es sinónimo de Navidad. Alrededor del año 300, en Mira, Turquía, el obispo Nicolás instituyó la costumbre de entregar presentes en Navidad. Este obispo solía hacer regalos en secreto, dejándolos cerca de las casas de las personas más humildes. Con el tiempo, el recuerdo de este santo fue cambiando hasta llegar a nuestro moderno Santa Claus, un hombre bonachón que disfruta de dar obsequios durante las fechas navideñas.
Sea cual sea su origen, los intercambios de Navidad se van reinterpretando con el tiempo. Hoy ya no se efectúan en honor a Saturno ni de los Reyes Magos, ni se hacen como los regalos secretos de San Nicolás, pero tienen un sentido muy importante que nos recuerda el mensaje de la Navidad. Los intercambios son un signo de afecto que nos ayuda a seguir haciendo comunidad con las personas a las que más queremos.
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