Encargarse de una franquicia es un reto para los espíritus más emprendedores. Quienes pueden encargarse de un negocio de este tipo poseen un perfil muy especial que las marcas buscan para asegurar el futuro del emprendimiento. Esto es lo que buscan las franquicias en un franquiciado.
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En toda relación de franquicia hay dos partes involucradas: el franquiciatario y el franquiciado. El franquiciatario es una marca que otorga una licencia para producir y comerciar a su nombre. En franquiciado, por otro lado, es quien recibe esta licencia y se encarga de administrar la franquicia.
El primer punto en la lista de cualidades de un potencial franquiciado es su solvencia económica. Puesto que deberá realizar una fuerte inversión en infraestructura, personal, publicidad y la licencia misma, debe ser un emprendedor con el capital económico suficiente.
Para que un franquiciado se gane la confianza de la marca con la que colabora, es indispensable que sea un buen jefe. Esto implica, además de saber liderar a su equipo, administrar adecuadamente los recursos de su franquicia. Para ello es importante presentar experiencia considerable y, de preferencia, un título que avale este conocimiento. Una administración correcta se descubre desde los pequeños detalles, como los insumos y el uso de servicios como la electricidad y el agua, hasta los mayores gastos del negocio.
Las capacidades de administración no lo son todo. Las habilidades blandas, como la empatía, la apertura al diálogo y la adaptabilidad, son igual de importantes para manejar una franquicia. Éstas, sin embargo, no se adquieren en una escuela, sino en el día a día, y es indispensable ponerlas en práctica constantemente para ser un buen franquiciado.
Cuando se trata de emprender, nadie vence a un espíritu con iniciativa. Tanto para generar nuevas ideas como para resolver conflictos y enfrentar imprevistos, una mente creativa es la mejor herramienta. Un franquiciado con iniciativa no se da por vencido, sino que sabe aprovechar al máximo cada situación para salir adelante. Antes de derrotarlo, cada reto templa su carácter.
Cuando se está a cargo, la presión por manejar hasta el más mínimo detalle es muy fuerte. Por mucho que este impulso lo llame, un franquiciado responsable sabe confiar en quienes están a su alrededor y conoce el valor de delegar las tareas. Así se fortalecen las relaciones dentro de su equipo y se libera tiempo valioso para actividades que sólo él puede realizar. Para él, una franquicia es una máquina bien aceitada, en la que cada parte cumple su función sin dificultad.
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