Hablar de Juan Gabriel es hablar de un artista que entendió el espectáculo como una obra total.
Su voz, sus letras y su presencia escénica fueron inseparables, y uno de los mayores ejemplos de ello ocurrió el9 de mayo de 1990, cuando subió al escenario del Palacio de Bellas Artes. Aquella noche no solo rompió barreras culturales al llevar la música popular a un recinto de élite, sino que también lo hizo envuelto en un atuendo que pasaría a la historia, un traje negro y dorado, valuado en aproximadamente 5,000 dólares.
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El conjunto, diseñado por Alex Peimbert, se elaboró de forma exclusiva para esa presentación.
Incluía una chaqueta tipo torera, camisa y pantalón negros decorados con bordados, lentejuelas y motivos dorados.
El contraste entre la sobriedad del negro y el brillo del dorado reflejaba a la perfección la dualidad de Juan Gabriel, un artista que combinaba la sensibilidad del pueblo con la grandeza del arte escénico.
El diseñador Peimbert explicó en entrevistas que los trajes del “Divo de Juárez” eran piezas únicas, nunca repetidas.
Cada prenda era confeccionada artesanalmente, con bordados a mano, cristales e incluso piedras preciosas, lo que elevaba considerablemente su precio. “Los trajes con estilo oaxaqueño son los más caros, porque se trabajan a mano y llevan cristales. Cuestan más de 5 mil dólares cada uno”, declaró.
Para Juan Gabriel, el vestuario era más que un adorno, era una extensión del espectáculo. Cada detalle visual servía para potenciar la emoción del público, y cada color tenía un propósito. El negro aportaba elegancia y solemnidad; el dorado, el brillo de la fama y la vitalidad del show.
Este enfoque convertía su imagen en un lenguaje visual poderoso, capaz de transmitir tanto como su música.
Más allá del precio, el traje de Juan Gabriel representa una inversión simbólica, la de un artista decidido a elevar la música popular mexicana a los escenarios más prestigiosos.
Su elección de vestuario fue una declaración de identidad y orgullo, una forma de decir que el arte del pueblo también pertenece en el Palacio de Bellas Artes.
A casi una década de su partida, la imagen de Juan Gabriel envuelto en su traje negro y dorado sigue siendo un emblema de talento, elegancia y revolución cultural.
No sorprende que décadas después, su icónico traje siga inspirando a diseñadores y marcas. En 2024, Barbie lanzó una muñeca de colección con el atuendo negro y dorado, mientras que Google dedicó un Doodle al artista con ese mismo look, reafirmando su estatus como ícono cultural.
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