Santa Claus es uno de los personajes más conocidos del mundo y ha sido el centro de una de las campañas publicitarias más exitosas y duraderas. Su imagen actual, la de un hombre mayor, sonriente y vestido de rojo, se convirtió en un símbolo de la Navidad moderna y muestra cómo el marketing puede influir en la cultura y el comportamiento de las personas.
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Antes del siglo XX, Santa Claus tenía muchas representaciones, desde una figura religiosa asociada a San Nicolás hasta caricaturas en revistas, con diferentes atuendos y expresiones. La imagen que conocemos hoy se consolidó gracias a la mercadotecnia corporativa, lo que marcó el inicio de una de las estrategias publicitarias más influyentes.
Durante la década de los treinta, Coca-Cola buscaba un personaje icónico que conectara emocionalmente con personas de todas las edades. Por eso, la empresa pidió al ilustrador Haddon Sundblom que creara un Santa Claus alegre y amable, vestido con el rojo de la marca.
¿El objetivo? Construir un ser que fuera el enlace entre la bebida y los momentos familiares, la felicidad y la tradición de la temporada navideña. La estrategia funcionó. Un nuevo Santa comenzó a aparecer en calendarios, pósters, vallas publicitarias y juguetes, manteniendo al personaje vigente durante décadas.
La creación del Santa Claus moderno hizo que la Navidad se convirtiera en una de las temporadas comerciales más importantes del año. Promociones, ediciones especiales y experiencias de marca dependen del lazo emocional que este personaje representa. Para el comercio minorista, el marketing estacional es clave para los resultados financieros de fin de año.
La fórmula que usaron para incorporar a Santa Claus sigue funcionando: crear expectativa, ofrecer experiencias y fortalecer la identidad de la marca. Por eso, Santa Claus se convirtió en uno de los trucos de marketing más importantes de la historia, y muy pocas marcas han podido replicarlo.
Hoy, más de 90 años después, el Santa Claus vestido de rojo sigue siendo el protagonista de cientos de películas que se consumen durante la temporada navideña. El personaje (con todo y su transformación) ha sido adaptado al cine, a la publicidad y a la cultura pop, lo que demuestra que un personaje bien creado puede llegar para quedarse en las tradiciones de la temporada.
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