Foto de Montatip Lilitsanong en Unsplash
Cuando hablamos de panadería y pastelería en México, El Globo es un nombre que inevitablemente resuena con tradición, calidad y sabor.
Fundada en 1884 por la familia Tenconi, de ascendencia italiana, y el repostero francés Giovanni Laposse, esta emblemática panadería abrió sus puertas por primera vez en la intersección de las calles Madero e Isabel la Católica, en el corazón de la Ciudad de México.
El Globo inició su camino con una combinación de tradiciones italianas y francesas, ofreciendo productos de alta calidad que rápidamente captaron la atención de los capitalinos. Sin embargo, la Revolución Mexicana en 1910 forzó su cierre temporal.
No fue sino hasta 1923 que El Globo resurgió, esta vez detrás del Palacio de Bellas Artes, comenzando una nueva etapa de expansión por todo México.
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La sucursal más antigua de El Globo, establecida en 1947 en la calle Tabasco, Colonia Roma, se convirtió en un referente de calidad y tradición. En 1960, El Globo marcó un hito al incursionar en centros comerciales, con una apertura en Plaza Inn, Insurgentes Sur. Este movimiento fue clave para su expansión y consolidación en el mercado.
Hasta 1999, la familia Tenconi mantuvo la propiedad de El Globo. Ese año, Grupo Sanborns, dirigido por el magnate Carlos Slim Helú, adquirió la pastelería. Posteriormente, en 2005, Slim cedió la administración a Grupo Bimbo, quien ha gestionado la marca desde entonces.
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Bajo la administración de Grupo Bimbo, El Globo ha experimentado un crecimiento significativo. Aunque intentaron incursionar en el mercado estadounidense sin éxito, lograron consolidar su presencia en México. Hoy en día, El Globo cuenta con más de 170 sucursales en todo el país. Además, la adquisición de la marca «El Molino» permitió la creación de «El corazón del café», ampliando su oferta y presencia en el mercado.
El Globo sigue siendo sinónimo de calidad y tradición. Con su logo distintivo de un globo aerostático estilizado en beige, la marca ha mantenido su identidad mientras se adapta a los tiempos modernos.
El dueño original, Alberto Laposse, continúa su legado en el sector de la hospitalidad y restauración en San Miguel de Allende, donde opera una panadería en esta próspera ciudad.
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