La compañía Coca-Cola en México enfrenta un cambio profundo en su estrategia ante el reciente aumento del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a bebidas azucaradas y endulzadas. Su CEO calificó el alza como “significativo” y adelantó un “golpe de timón” en la operación del país.
Ante este panorama, la empresa ya ha puesto sobre la mesa varias medidas para adaptarse a un entorno fiscal más riguroso, recuperar volumen de ventas y estabilizar sus márgenes de utilidad.
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A partir de 2026, el IEPS para refrescos con azúcar se elevará de aproximadamente 1.64 pesos por litro a 3.08 pesos. En paralelo, las bebidas “light” o sin azúcar tendrán un impuesto nuevo de 1.5 pesos por litro. La compañía reconoce que ese incremento impactará en precio, volumen y distribución. Frente a ello, Coca-Cola México anticipó que se preparan para ejecutar sus adaptaciones “ya este año”.
Una de las primeras decisiones que se ha conocido es que Coca‑Cola FEMSA—la principal embotelladora del país—pausará la construcción de nuevos centros de distribución y ajustará su inversión de capital (CapEx) ante la expectativa de menor crecimiento de volúmenes.
En sus declaraciones, la empresa advirtió que incrementar infraestructura en un periodo donde el volumen podría registrar una caída, solo traería costos innecesarios. Si bien la producción sigue adelante, la logística en expansión se pone en pausa.
Asimismo, se planean revisiones de precios limitadas, manejo más fino de costos y una orientación mayor a la productividad operativa para amortiguar el efecto del impuesto.
Para los consumidores, el impacto podría venir vía un aumento de precios, especialmente en el canal tradicional (“tienditas”) que ya ha sido advertido por medios especializados. El mercado mexicano, que ha sido históricamente uno de los más rentables en América Latina para Coca-Cola, ahora se posiciona como uno de los más retadores. Como uno de los directivos comentó, “México dejó de ser el negocio que queremos” en contexto de fiscalidad, inflación y volúmenes más moderados. Para la industria, este entorno exigirá una mayor eficiencia, innovación en productos, variantes con menos azúcar y un enfoque en la lealtad del consumidor.
Los interesados en el negocio o consumidores finales deberían tomar en cuenta que el incremento del impuesto no solo es fiscal sino también de imagen. El gobierno apunta a reducir el consumo de bebidas azucaradas por salud pública. Para distribuidores y minoristas, se recomienda revisar márgenes, ajustar precios y prepararse ante un margen de crecimiento más moderado o incluso negativo. Para los consumidores, es buen momento para revisar alternativas de bebidas con menor contenido calórico o tamaño.
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